Escribir en primera persona es un reto fascinante.
Los narradores protagonistas nos sumergen en sus pensamientos, emociones y experiencias. Nos transportan en el tiempo, en sus sueños y en la forma en que transcurren sus vidas, como si estuviéramos dentro de su piel. Esta cercanía es una de las características más distintivas de este tipo de narración.
Aunque a simple vista pueda parecer sencillo, escribir en primera persona implica ciertos desafíos. A continuación, te comparto algunos aspectos clave a considerar y cómo manejarlos de la mejor manera:

Subjetividad
El narrador tiene una perspectiva interna de los hechos. Expresa lo que siente sin la intervención de una voz externa. Todo lo que dice, piensa o percibe proviene directamente de su punto de vista. Como escritores, debemos hacer un trabajo minucioso para mostrar cómo el protagonista interpreta el mundo que lo rodea.
Ejemplo de narrador en primera persona:
—Nada más salir del hospital, mi madre y yo nos refugiamos en el parque más cercano. Sentadas en una solitaria banca, lejos de las miradas curiosas de la gente, ninguna de las dos tenía ánimo para nada.
Ejemplo de narrador en tercera persona:
—La joven y su madre salieron del hospital. Ninguna tenía ánimo para hacer nada. Sus pasos las llevaron hacia el parque más cercano, donde se sentaron en una banca solitaria, alejadas de las miradas curiosas de la gente.
Para potenciar la subjetividad, te recomiendo lo siguiente:
- Muestra al personaje percibiendo la realidad según sus emociones y creencias.
- Utiliza descripciones cargadas de opinión y sensaciones personales.
- Incluye comparaciones y metáforas que reflejen la percepción única del protagonista.

Conflictos internos
En primera persona, los conflictos internos son esenciales. Los pensamientos del protagonista, sus dudas y reflexiones guían la narrativa. Es importante que el lector sienta esa introspección constante, que se conecte con los dilemas internos del personaje.
Algunas estrategias para desarrollar los conflictos internos de tus personajes:
- Usa preguntas retóricas: «¿Por qué no fui capaz de decirle la verdad en ese momento?»
- Incluye monólogos internos para que el lector se sienta dentro de la mente del personaje.
- Intenta alternar entre pensamientos y descripciones para equilibrar la narrativa.
Ejemplo:
«Es increíble el poder que la mente ejerce sobre el cuerpo; con solo recordar algo que nos ha marcado para siempre, el presente se tambalea.»
La narración reflexiona sobre un evento pasado, mostrando una introspección típica de la primera persona. Para potenciar esta característica, podemos utilizar preguntas retóricas o monólogos internos que permitan al lector sentir la angustia, la duda o la alegría del protagonista.

Inmediatez
Usar la primera persona crea una sensación de inmediatez en el relato, como si el protagonista estuviera compartiendo sus pensamientos en tiempo real. Esto genera una conexión más intensa con el lector. Sin embargo, es recomendable incluir transiciones fluidas para evitar que el flujo del relato se sienta abrupto.
Ejemplo:
“El trago de mi zumo de naranja, por un momento, se volvió amargo…”
Este instante de reflexión crea la sensación de que el lector está viviendo la experiencia junto con el personaje. Para mejorar la inmediatez, es útil utilizar frases en presente y sensaciones que refuercen la idea de acción inmediata.
Consejos para mejorar la inmediatez:
- Emplea frases en presente para reforzar la acción inmediata.
- Incorpora en tus diálogos y frases sensaciones físicas y emocionales en tiempo real.
- Mantén un equilibrio entre acción y reflexión para evitar pausas innecesarias.
Fluidez en los saltos de tiempo
La narración en primera persona puede incluir recuerdos o eventos pasados, pero es fundamental que las transiciones sean suaves para no confundir al lector.
Siguiendo con el ejemplo anterior:
«Me resulta desgarrador recordar las palabras que el médico nos había dicho… y es en este momento, mientras disfruto de mi zumo de naranja, esos recuerdos vuelven con fuerza.»
Se nota un gran cambio, ¿cierto? Este instante de reflexión crea la sensación de que el lector está viviendo la experiencia junto con el personaje. Para mejorar la inmediatez, es útil utilizar frases en presente y sensaciones que refuercen la idea de acción inmediata.
Cómo mejorar las transiciones temporales:
- Utiliza frases puente como «De repente, un recuerdo vino a mi mente…» o «No podía evitar pensar en aquel día…»
- Evita cambios abruptos que rompan la coherencia del relato.
- Integra descripciones sensoriales para conectar el presente con el pasado.

Pensamientos directos
El uso de pensamientos directos puede hacer que la narración sea aún más personal y envolvente. En lugar de narrar en tercera persona, podemos introducir pensamientos directos como si el personaje hablara consigo mismo.
En algunos momentos, podrías incluir más pensamientos directos del protagonista para hacer la narración aún más personal. En lugar de narrar en tercera persona (“me resultaba desgarrador recordar…”), el personaje podría expresarse en primera persona como en un monólogo interno.
Sugerencias para mejorar la escritura en primera persona:
En lugar de «Es increíble el poder que la mente ejerce sobre el cuerpo», podrías escribir:
«No puedo evitar pensar en el poder que tiene la mente sobre el cuerpo. Recuerdo lo que pasó y, de repente, todo se vuelve real otra vez.»
- Fluidez en los saltos de tiempo: Aunque las reflexiones sobre el pasado están bien integradas, en algunos momentos los cambios entre presente y pasado pueden sentirse abruptos. Para suavizar la transición, puedes usar frases que conecten más claramente el presente con el pasado.
Beneficios de los pensamientos directos:
- Mayor autenticidad en la voz del personaje.
- Sensación de proximidad con el lector.
- Incremento en la intensidad emocional del relato.

En resumen
Escribir en primera persona es una herramienta poderosa para generar una conexión emocional profunda con el lector. La introspección y el estilo personal potencian la narración, pero podrías afinar aún más el uso de pensamientos directos y las transiciones temporales para hacer el texto más fluido. Al equilibrar subjetividad, conflicto interno, inmediatez y claridad en los cambios temporales, la historia cobrará vida de manera única y vibrante.
Algunas novelas que emplean magistralmente la primera persona, son los clásicos como El guardián entre el centeno, Matar a un ruiseñor, Las uvas de la ira o Frankenstein. Estas obras demuestran el impacto de una narración inmersiva desde el punto de vista del protagonista.
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